43. Desmitificando el BDSM


Cuando viajaba a una ciudad del Sur de Chile a ver a mi sumisa tuve una gratificante conversación con un chico de no más de 23 años. Venía de viaje desde el Norte y en el terminal de Santiago se sentó a mi lado, yo revisaba algunas imágenes para el blog, pude observar que no despegaba sus ojos de mi celular, con algo de asombro me dice: "¿Usted es como Christian Grey?". Me reí por la burda comparación y le respondí que sí pero con menos dinero, y pude por al menos dos horas explicarle en que consisten estas prácticas y desmitificar la mala imagen que tiene el BDSM, y sus practicantes; eso fue lo que me llevó a escribir el siguiente artículo.

1.- LA GENTE QUE PRACTICA EL BDSM ES “RARA”

Cualquiera puede practicar el BDSM, un Amo no va con un látigo de cuero al cinto ni la esclava anda vestida de látex por la calle (a no ser que su Amo se lo ordene). Aunque, el BDSM está íntimamente ligado a ciertas estéticas o formas de vestir, esos fetichismos o rituales no tienen por qué seguirse a todas horas.

De modo que quien menos imaginas (la persona que tienes sentada delante en el metro, el camarero que te pone el café todas las mañanas, tu compañero de trabajo) puede revelarse como un dominante nato en la intimidad o disfrutar cuando las cuerdas inmovilizan su piel o unas pinzas muerden sus partes más sensibles.

Cada uno tendrá sus motivos para practicar el BDSM pero para mí resulta extremadamente excitante explorar los límites y descubrir las situaciones inesperadas que mi esclava genero. Y en esos momentos me encanta verla siguiendo mis ordenes, llevar determinados accesorios o actuar según las instrucciones que le doy y así mostrar la  forma que podría sorprender a quienes desconocen mis tendencias.

2.- LA GENTE MUERE POR PRACTICAR EL BDSM

Alguien puede morir practicando BDSM igual que puede morir porque le caiga una maceta desde un balcón paseando por la calle. Cuando uno lee las noticias que surgen sobre el tema (el otro día la última, sin ir más lejos) se da cuenta de que, bajo las capas de sensacionalismo, en la inmensa mayoría de los casos la verdadera causa fue que los implicados estaban drogados, se habían lanzado de repente a prácticas extremas sin saber bien lo que hacían, o no habían seguido las pautas más básicas de seguridad.

La integridad personal y el consenso es esencial en el BDSM y la esclava no corre ningún peligro más allá de las posibles (y deseadas) marcas que su Amo pueda regalarle. Esto es así, no sólo por la llamada “palabra de seguridad” (esa palabra que, si la esclava pronuncia, hace que todo el “juego” se detenga inmediatamente), sino porque el Amo está pendiente en todo momento de que la esclava no sufra daños.

Más aún, en mi opinión esa famosa palabra sólo tendría que ser necesaria si la esclava ve que algo no está yendo bien por causas ajenas a su Amo como un mareo por un golpe de calor, una mala postura, pero no en el resto de casos, ya que Él la conoce lo suficientemente bien como para llevarla hasta sus límites y guiarla a través de ellos para traspasarlos y explorar nuevas sensaciones y experiencias de Su mano, pero sintiéndose cuidada y protegida en cada paso de ese camino.

2.- LA ESCLAVA ES UN SER ANULADO, SIN PERSONALIDAD PROPIA

No puede confundirse la sumisión con la falta de criterio. Quien crea que una esclava es una persona perdida y sin rumbo, que ve al Amo como un salvador y que depende de Él hasta para respirar, está muy equivocado.

Una esclava decide someterse a su Amo de manera consciente, conociendo las implicaciones de esa decisión y asumiéndolas de forma plena. Es por eso que, en los momentos de “juego”, es totalmente Suya y está decidida a hacer todo lo que Él le ordene para someterse a Sus deseos.

En mi opinión, se trata de una cuestión de roles consentidos. Por eso, cuando como Amo comienzo a dominar a mi pequeña o llevo puesto el collar, no hay nada que valga más que mi palabra. Pero, fuera de eso, es independiente, se guía por sus valores y no va a venir nadie a obligarla a hacer nada que no quiera.

3.- LA ESCLAVA ES UNA MASOQUISTA QUE SÓLO DISFRUTA CON EL SUFRIMIENTO.

Hasta que no se practica el BDSM, no se es consciente de lo íntimamente ligados que están el dolor y el placer, de cómo un Amo hábil consigue que se confundan y provoca con ello sensaciones de lo más excitantes.

Las alternativas son infinitas, variando artilugios, intensidad, zonas estimuladas, los azotes presentan múltiples opciones de disfrute. La experimentación puede llevarte a descubrir un amplísimo abanico de posibilidades, potenciando las sensaciones y dejando la sensibilidad a flor de piel.

Eso no significa que los azotes no duelan, porque lo hacen (y, a veces, mucho), pero como esclava ella es consciente de que es una forma más de someterme a mí como su Amo. En esos momentos el placer no es físico, sino que proviene a través de la entrega a mí, de saber que estoy cumpliendo mis deseos y que, como esclava, para ella es una alegría saber que estoy orgulloso, y que, además, si supera esa prueba será recompensada con creces.

4.- EL AMO ES UN MALTRATADOR

He dejado esta afirmación para el final, porque creo que es la que más daño ha hecho al BDSM y todo lo que le rodea. Es cierto que hay maltratadores que adoptan un rol de Amo para encubrir su verdadera naturaleza, pero estas personas siempre terminan retratándose como “falsos amos” puesto que un Amo verdadero no puede ser más opuesto a la persona que maltrata.

Un Amo debe ser estricto y firme, pero eso no significa que sea despiadado. Un Amo es consciente de la enorme responsabilidad que asume cuando logra la entrega total de su esclava, llega a conocerla plenamente tanto física como emocionalmente, sabe interpretar a la perfección sus gritos y gemidos, y puede jugar con la delgada línea que separa el dolor del placer provocando sensaciones de lo más intensas.

Pero, una vez terminado ese viaje abrumador para la esclava, el Amo también es capaz de mimarla para traerla de vuelta a la realidad, protegerla para que se sienta segura y cuidarla a cada segundo a fin de que no sufra ningún percance.

En fin, el BDSM no es una invención nueva, pero quizás al amparo del conocido best-seller se ha hecho más visible y puede hacer que la gente se plantee sus inclinaciones o instintos que antes acallaba por estar tan rechazado socialmente. Pero también hay que aclarar los conceptos para que no se confundan con otras prácticas nocivas.

Si hay algo que puede quedar claro después de desmontar todos estos estereotipos, es que en el BDSM lo esencial es el consenso, la decisión de la esclava de entregar su voluntad a su Amo y que los cimientos de la dinámica Amo/esclava se construyan con base en una relación de igual a igual. El hecho de que durante el juego haya unos roles muy definidos y una entrega o dominación plenas, no implica que haya situaciones de maltrato o de anulación ya que fuera de esos momentos esas actitudes son rotundamente inadmisibles.

La clave del BDSM, como en todo, está en que cada persona mantenga íntegra su identidad y sea totalmente libre en sus decisiones.

Pasiones Prohibidas ®

Comentarios

  1. Excelente información que aclara mucho el panorama acerca de este estilo de vida

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